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TCA

TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA

Esta es la historia de un monstruo que se apodera de ti poco a poco, y por eso es importante que sepas que hay signos que te deben alertar para buscar ayuda, porque solo/a no puedes salir, y por más que te quieran los tuyos… a veces es necesario dar un paso más.

Metáfora del tigre hambriento
Imagina que despiertas una mañana, y justo afuera de tu puerta encuentras un pequeño tigre rugiendo, por supuesto, llevas al pequeño al interior de la casa para mantenerlo como una mascota. Después de jugar un rato con él, te das cuenta de que el pequeño tigre sigue rugiendo sin parar y te das cuenta de que quizá tiene hambre. Le das de comer un poco de carne roja, porque sabes que a los tigres les gusta comerla. Haces esto todos los días, y todos los días tu mascota se hace más grande. En dos años las comidas diarias del tigre cambian, de restos de hamburguesa o costilla pasan a ser trozos completos de carne vacuna. Pronto tu pequeña mascota ya no sólo ruge cuando tiene hambre, sino que gruñe ferozmente cada vez que piensa que es hora de comer. Tu pequeña mascota ahora se ha convertido en una bestia incontrolable y salvaje que te destrozará si no consigue lo que quiere.

¿Como empezó mi enfermedad?
Esta es la historia de una niña que desarrolla un TCA y está dada de alta. Así lo cuenta…
“Nunca se sabe cuándo realmente comienza la enfermedad a apoderarse de ti y por eso es muy importante estar atento a tus acciones ya que te parecerán normales, pero créeme que no lo son.
Te contaré cómo empecé yo y a qué señales debes de estar atento.
Hace poco más de un año, aproximadamente marzo, me miré al espejo como todos lo hacemos normalmente para mirar cómo nos queda la ropa que hemos elegido para ese día. Me puse frente a él y me miré, pero sentí que algo no iba bien, algo molestaba y no me hacía estar contenta conmigo, pero yo en ese momento pensaba que era normal tener tantos complejos con tu cuerpo y más en la etapa de la adolescencia.
A partir de ese día me propuse comenzar con un estilo de vida saludable para sentirme más a gusto y mejorar mi salud y me sentía muy motivada.
Me puse a investigar por internet tipos de dietas y trucos para empezar una vida saludable.
Aprendí mucho de todo ello y me sentía muy feliz conmigo misma.
Comencé a hacer rutinas de ejercicio en casa y todas las noches antes de dormir 100 abdominales, y estar cansada y con sueño no era una excusa, debía hacerlo sí o sí.
Estuve así durante dos meses haciendo ejercicio compulsivo y no me daba cuenta de que eso no era normal ni sano como yo creía.
También aparte de hacer toda esa cantidad de ejercicio me prohibí toda clase de ultra procesados y de comidas calóricas y reduje un poco toda la cantidad de comida.
Llegó mayo y todo seguía igual, no debía descansar ningún día ni darme ningún capricho que se me antojara de comida, porque me habría fallado y sería una perdedora que no tiene fuerza de voluntad.
Como vi que lo estaba llevando bien me animé a quitar el desayuno, porque realmente «no era necesario»; a la semana siguiente me quité la merienda, y como era de esperar tenía mucha ansiedad por la restricción y muchas veces comía alguna «comida prohibida» y me culpaba e insultaba a mí misma e intentaba quemarlo todo con más ejercicio del que ya hacía, perfectamente hacia unas 3 horas de ejercicio diarias sin ningún día de descanso aunque no lo pasara bien.
Al empezar junio todo el mundo me decía:
 ¡Que delgada estás!
 ¡Que guapa!
 ¿Cómo lo has hecho?
 Te ves súper bien
Pero yo nunca noté esa bajada de peso, yo me veía igual o incluso peor.
Pero ¿qué ocurrió con esos comentarios? Me animaron a seguir con la tortura a la que me estaba sometiendo y que yo veía como normal y vida saludable.
Me miraba al espejo a cada hora, me pesaba todo el tiempo, pero para mí eso era normal.
Decidí reducir el tamaño de la comida y de la cena, pero con cuidado para que mi madre no sospechara.
Conseguí hacerlo, pero no me sentía satisfecha, yo era mucho más fuerte y quería más y más y más, pero el problema es que no podía dejar de comer porque mi madre me regañaría.
¿Y qué hice?
Empezar a vomitar todo lo que comía, fuera calórico o no calórico, en resumen, mi cuerpo ya no tenía energía suficiente para llevar una vida normal.
Me sentía cansada, irritada, triste, con cambios muy bruscos de humor, me aislé de la gente, no me concentraba porque mi mente solo pensaba en comida…no era feliz, pero sin embargo no quería engordar así que me mantuve en esa situación.
Y cuando menos me di cuenta… observé a mi alrededor y vi que estaba en un agujero negro muy profundo y que daba mucho miedo.
¿En qué momento había caído allí?

Me di cuenta de esto una de las primeras veces que vomité. En ese momento me dije:
-Pero ¿qué estás haciendo? ¿te das cuenta de lo que es tu vida ahora?
Fue como si un clic en mi cabeza se activara, y me di cuenta de que tenía un problema, pero uno de los gordos.
Aun así, nunca paré de hacer ejercicio ni de dejar de vomitar porque era una adicción de la que me era imposible salir y en verdad tampoco tenía razones para hacerlo, o al menos no las veía.
Hasta que un día no tenía más fuerzas para seguir comiendo porque quería bajar mucho de peso y ser aceptada por todos y por mí misma, así que dejé de comer completamente. Comer se volvió un horror y algo prohibido y me daba miedo hasta un simple trozo de lechuga.
Yo no vivía, sino que sobrevivía.
Nunca me di cuenta del infierno al que me estaba sometiendo y de que mi vida corría peligro.
Perdí 16 kilos, y nunca los noté, siempre me veía mal y pésima, y todo se volvió crítico.
Así que, en resumen, ¿dónde debes tener cuidado y pararte a pensar en lo que estás
haciendo?
 Cuando quieras empezar una dieta
 Cuando hagas más ejercicio del que en realidad necesitas y no puedas parar de hacerlo
 Cuando empieces a tener miedo a algún tipo de comida
 Cuando no quieras comer
 En casos más extremos cuando vomites
 Cuando veas vídeos de comida de manera continua (esto ocurre cuando tenemos ansiedad por la restricción)

Cosas que disfrutaba antes:
 Ir a comer con mis amigas.
 Concentrarme en general.
 Disfrutar de la comida.
 Ir en bikini.
 Hacer ejercicios por diversión.
 Sentarme en el sofá a ver una serie.
 Sentirte libre.
 Sonreír.
 Estar tranquila.
 No le daba tanta importancia a todo.
 Ir a un lugar público.
 Vestirme con ropa ajustada.
 Probar comida nueva.
 Ir de compras.
 Salir a la calle con ropa nueva.
 Relajarme
Todos los puntos anteriores ahora ya no los disfruto por miedo, ansiedad, sentimientos negativos, miedo a la crítica, miedo a no ser aceptada, etc.
Cosas que disfruto ahora
 Hacer ejercicio intenso (me miento para creer que me gusta, pero odio ese tipo de ejercicio y aun así me obligo a hacerlo)
 No comer (me obligo a creer que es algo que disfruto)
 Controlar todo lo que me rodea.
 Hacer siempre feliz a los demás.
 No estorbar.
 Sera la persona que todos quieren que sea.
 Ver el número de la báscula bajar.
 Que me digan “Te ves enferma” o “lo que haces no es normal” (aunque parezca raro o una locura es verdad).
 Estar en constante movimiento tanto mentalmente como físicamente.
 Limpiar (en realidad odio limpiar, pero como eso gasta calorías pues me obligo a que me guste)
 Sacar todo 10 aunque tenga que estar todo el rato estudiando sin descansar y sufriendo, llevándolo a otro límite.

¿Te sientes identificada con algún elemento? Puedes contar con mi apoyo. Escríbeme a: info@angelicagiordano.es

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